miércoles, 8 de junio de 2016

Influencia del suelo en el cultivo de la vid y la calidad del vino

La incidencia de la naturaleza y características del suelo de cultivo sobre la calidad de los vinos es ampliamente discutida por los distintos autores y expertos en la materia. En muchas zonas nuevas o países y regiones jóvenes en el cultivo de la vid, tienden a asegurar que el suelo, aunque importante, es un factor puramente secundario en relación con el clima y la variedad, mientras que en muchas de las regiones famosas de Europa es firme la creencia de que un suelo particular tiene mucho que ver con el éxito local.



Los autores franceses en general valorar mucho el papel del suelo en la calidad de los vinos, y es completamente comprensible porque necesitan encontrar motivaciones diferenciadoras para unas variedades francesas (Cabernet-Sauvignon, Chardonnay, Merlot, etc.) que cada vez se encuentran más universalmente extendidas.

Las características esperadas en los vinos de acuerdo con el tipo de suelo de que proceden son:

- Arcillas: Vinos poco finos y tánicos
- Arcillas-calizas: Vinos finos, con bouquet, poco alcohólicos
- Arcillas-ferruginosas: Vinos alcohólicos, color alto
- Arenas: Vinos brillantes, suaves, poco alcohólicos
- Arenas-caliza: Vinos alcohólicos y secos
- Caliza: Vinos con cuerpo, crianza
- Humíferos: No vegeta
- Fértiles y compactos: Vinos poco finos y de escasa conservación
- Húmedos y pesados: Cantidad y poca calidad


Hay que tener en cuenta que la vid tiene raíces hondas, por lo que explota no sólo la capa superficial de tierra arable sino también horizontes más profundos. La composición y la estructura de los suelos tienen decisiva importancia en la producción del viñedo. El medio ideal para el metabolismo de la viña es un suelo superficial y un subsuelo profundo que pueda ser explorado por las raíces para extraer sus reservas de agua. Por eso, cuando se define un pago de vid, hay que referirse inmediatamente al suelo, aunque éste pueda verse influenciado por otras cualidades definitivas (clima, paisaje, condiciones de cultivo). De una forma genérica, se pueden distinguir suelos arcillosos (con más de un 30 % de arcilla), suelos arenosos (con menos del 15 % de arcilla y de limo), suelos limosos (con más del 50 % de arcilla y limo), suelos gumíferos (con más del 10 % de humus), suelos de gravas (compuestos por guijarros y cantos rodados, procedentes de los aluviones) y suelos de margas (compuestos de calizas y arcillas).



Las características térmicas del suelo influyen en el ciclo de la viña. Los suelos cálidos (grava, arena, limo) adelantan la maduración de la vendimia, mientras que los suelos fríos (arcillas y margas) retardan la madurez. De la misma forma, los suelos de estructura pesada y seca con más cálidos que los suelos ligeros y húmedos. Los suelos alcalinos y calcáreos, como las famosas albarizas, producen vinos punzantes, con estructura elegante y buena acidez frutal. Sin embargo, el uso de ciertos fertilizantes ha diminuido la alcalinidad de muchos suelos y, por eso, los vinos tienen hoy tendencia general a ser más blandos y menos ácidos. Los suelos oscuros reflejan menos el calor del sol y la luminosidad que los suelos claros. La perfecta alianza de una determinada variedad con el suelo más idóneo produce los grandes vinos. Así, por ejemplo, la Merlot cultivada en arcillas pesadas exhibe sus mejores cualidades de suavidad, finura y carnosidad. Lo mismo ocurre con la alianza de la Cabernet Sauvignon y las gravas, o de la riesling y la garnacha con los suelos de pizarra.

La viña aprecia los suelos pobres que otros cultivos no aceptan, siempre que no haya carencias. Uno de los mejores ejemplos lo proporcionan las locorelles del Priorato, los esquistos de Mosela o del Duero y los cantos rodados de Chateauneuf-du-Pape. Los cantos rodados presentan además la ventaja de almacenar el calor durante el día y liberarlo a las cepas durante la noche. En estas tierras pobres, la vid está obligada a hundir sus raíces profundamente en el suelo, lo cual tiene el efecto de regularizar el aporte de agua a las cepas. Sean cuales sean las precipitaciones, la humedad está asegurada en el momento del crecimiento de la planta (en primavera). Además, durante la fase de maduración, los excesos de agua de lluvia sólo tienen consecuencias limitadas. La importancia del régimen hídrico también aparece en el caso de los viñedos de Pomerol. Algunos de los crus más célebres, principalmente Pertus y Trotanoy, extraen su principal originalidad de la presencia de arcillas hidromorfas, que se hinchan con la lluvia y de este modo protegen a la planta sirviéndole de impermeable. Sin olvidar los alios formados por concreciones férricas en el Médoc, Graves y en Saint-Émilion, así como en los mejores viñedos australianos de Coonawarra. Estas capas de alios se dan en algunos viñedos que tienen un régimen pluviométrico muy seco durante el verano, circunstancia que siempre puede contribuir a la calidad. La importancia de la textura del suelo es también decisiva en las albarizas que producen los vinos jerezanos, ya que estos suelos calcáreos permiten un buen drenaje del agua, tan importante en estos viñedos situados en clima muy cálido. El mayor o menor pH del suelo influye también sobre la alimentación de la planta y su crecimiento, sobre todo porque el pH del suelo es en realidad el pH del agua en contacto con el suelo.

No existe un terruño ideal que pueda aplicarse a todas las variedades de vid. El cultivo de la viña exige ciertas condiciones cuando se trata de mantener pequeñas producciones de calidad. El suelo no debe ser muy rico, para que la vid no sea demasiado vigorosa no la uva demasiado grande. Tampoco esto significa que el suelo deba presentar carencias: el equilibrio es siempre importante y el agricultor debe tenerlo en cuenta. Por su naturaleza, el terruño debe poder aportar ciertos caracteres organolépticos al vino. Su pobreza es un elemento de calidad del vino, pues favorece rendimientos limitados que evitan la dilución de los colorantes, de los aromas y de los componentes del aroma. Aunque todos los intentos orientados a probar que hay sustancias que pasan del suelo a la uva y al vino han fracasado, es probable que la naturaleza del suelo marque el carácter del vino. La textura del suelo no desempeña un papel decisivo, en cambio, su estructura debe permitir una macro porosidad elevada, a fin de evitar un estancamiento del agua a nivel de las raíces.

Algunos de los mejores terruños se sitúan en laderas de colinas bien expuestas. Esta situación tiene un doble efecto: garantizar una buena insolación y asegurar un drenaje natural del terreno.



Por todo ello, el plantar un viñedo es necesario conocer las características del suelo: textura, estructura, composición, pH, contenido en calcáreo, etc. De estas circunstancias depende nada menos que la elección acertada del portainjerto adecuado para prosperar en los diferentes tipos de suelos. Algunos, como la Riparia Gloria de Montpellier o la Riparia Rupestris enferman de clorosis cuando el suelo es demasiado rico en carbonato cálcico. Otros, como los híbridos de Candicans, prefieren los suelos ácidos de pizarra, y otros, como la Rupestris de Lot, no aceptan suelos húmedos. Los Vinífera-berlandieri son muy aceptados en los suelos calcáreos, y algunos sufren mucho la carencia de magnesio, como el Fercal. Pero no sólo la composición y la textura del suelo es importante. El viticultor puede intervenir sobre la forma en que las plantas explotan sus recursos y colonizan el suelo, variando la densidad de plantación. Una menor densidad de plantación ayuda a las viñas que se cultivan en suelos secos y una mayor densidad de plantación ayuda a las viñas que se cultivan en suelos humedos.

- Suelo Activo: Suelo con condiciones biológicas favorables, caracterizado por colonización amplia por organismos así como por descomposición y humificación buena y rápida de las sustancias orgánicas (especialmente abonos orgánicos y abonos verdes).

- Suelo Fósil: Suelo fosilizado, muerto, enterrado, petrificado, en muchos casos variado diagenéticamente, por ejemplo endurecido por cementos, transformado por carbonización de carbonos, areniscas carbonosas, etc.

- Suelo Reciente: Suelo formado en las condiciones de hábitat actuales.

- Suelo Relicto: En contraposición a suelo reciente y suelo fósil, el suelo que en muchas características esenciales permite reconocer actualmente que su formación se ha producido bajo condiciones ambientales y clima de épocas pasadas, pero que en su actual hábitat aún forma la capa superficial viviente de la corteza terrestre sólida.

ANÁLISIS DEL TERRENO

Desde hace años hay importantes métodos para valorar la calidad físico-química del terreno mediante catas de tierra y su posterior estudio con el propósito de permitir una mejor gestión del viñedo.

No se puede excluir el conocimiento del contenido de sustancias nutritivas del suelo y del estando nutricional en que se encuentra el cultivo si se desea plantear correctamente la producción de un viñedo y también evitar exceso en los abonos que puede ser perjudicial tanto para el producto final como para el medio ambiente. Para un correcto mantenimiento de la viña hay que tomar medidas para prevenir carencias y al mismo tiempo mantener un adecuado nivel nutritivo del viñedo.

El análisis físico-químico del terreno, además de complementar el análisis de las hojas en los abonos de producción, ofrece información esencial para actuar correctamente durante el momento de la plantación y en la gestión del viñedo permitiendo:

- Prever una aportación de los elementos nutritivos ausentes.
- Realizar correcciones en terrenos anómalos como ácidos y salinos.
- Elegir el portaingerto que se adapte mejor a las condiciones del suelo.
- Prever el comportamiento de los fertilizantes que se usarán en el viñedo y, por tanto, elegir los más eficaces.


Hay que tener en cuenta que no solo basta el análisis del terreno para obtener toda la información necesaria. El resultado productivo de la viña es fruto de complejas interacciones entre la variedad, suelo, clima, relieve y técnicas de cultivo, que obviamente, no surgen de un simple análisis.

sábado, 4 de junio de 2016

Cientos de patos trabajan para mejorar la sostenibilidad de un viñedo en Sudáfrica

La bodega Vergenoegd, cerca de Ciudad del Cabo, pastorea a diario 900 patos en sus viñedos para que se coman las plagas que dañan las vides.

Patos yendo a trabajar en la bodega Vergenoegd, región vinícola de Stellenbosch, Sudáfrica


Stellenbosch, quizá la región vinícola más famosa de Sudáfrica, se encuentra a sólo 40 kilómetros al este de Ciudad del Cabo. La primera parada en la ruta del vino de Stellenbosch es la histórica bodega de 320 años de antigüedad Vergenoegd. Es una de las fincas más antiguas de Stellenbosch, cultivando solamente variedades de uva tinta. La mayor celebridad de Vergenoegd, sin embargo, son los 900 patos de la raza corredor indio que tienen a su cargo el control de plagas en los viñedos.

Cada mañana a las 9:45h., los patos son conducidos desde sus jaulas hasta los viñedos para buscar caracoles e insectos no deseados. Esta práctica ayuda a mantener al mínimo el uso de plaguicidas y productos químicos en la viña y aparentemente proporciona cosechas de mejor calidad. Además, los excrementos de los patos se utilizan como fertilizante natural.

Denzel, el cuidador de patos residente de la bodega Vergenoegd


La idea de emplear patos en agricultura sostenible procede de John Faure, el propietario de la bodega antes de que fuera comprada por el holding industrial alemán Livia Group en 2015. Faure, cuya familia gestionó la finca durante seis generaciones a lo largo del siglo XVIII y XIX, tenía debilidad por los ayudantes de plumas y los trajo desde Asia hace unos 30 años.

Al principio, intentó utilizar patos domésticos locales para limpiar su huerto de insectos y caracoles. Sin embargo, con el tiempo descubrió una raza más adecuada: los patos corredor indio, que se han usado durante siglos en Asia para mantener a los insectos fuera de los campos de arroz. Los patos corredor indio no se balancean, ni se tumban, ni vuelan y ni siquiera hacen nidos; en cambio, se ponen de pie y «corren» erguidos como los pingüinos e incluso ponen sus huevos conforme van andando.

Bodega Vergenoegd con los patos corredor indio desfilando delante de ella, región vinícola de Stellenbosch, Sudáfrica

El «desfile de los patos», la marcha diaria del grupo hacia la viña por la mañana y su regreso al comienzo de la tarde, es la principal atracción del viñedo, incluso con incorporaciones recientes, como los picnics artesanos y las sesiones de cata de vinos, aceite de oliva y mezclas de té y de café. Las aves también aparecen en las etiquetas de los vinos. Por otra parte, ninguno de ellos es para consumo, incluso cuando el restaurante de la bodega ofrece especialidades gourmet de pato.



Los patos son exclusivamente mano de obra de la finca: tienen sus propias jaulas, guardería para los polluelos, «tiempo libre» sobre el césped y en el embalse de la finca, y un criador de patos residente que los cuida. El equipo de Vergenoegd compartió recientemente en su página web que la alimentación, la vivienda y el cuidado de los 900 a 1.100 patos, dependiendo de la época del año, les cuesta alrededor de 250.000 rands sudafricanos, o aproximadamente 14.700 euros al año.

Los patos de la bodega Vergenoegd en su paseo matutino


La pasión de Vergenoegd por las aves también inspiró un proyecto medioambiental de tres años llamado Proyecto Hábitat de Aves Acuáticas, con el que la bodega comparte su experiencia sobre cómo los propietarios de fincas pueden rehabilitar sus aguas para atraer a más aves autóctonas y migratorias, así como mejorar la biodiversidad global y la calidad del agua de la región.


         Por tanto, los amantes de los animales tienen otro motivo para alegrarse. Aunque el pato marida bien con el vino tinto, los viticultores han encontrado otra forma de mejorar el sabor del vino, manteniendo a los amigos emplumados sanos, felices y ocupados en el trabajo.

Picnic artesano para dos bajo robles y jacarandas en la bodega Vergenoegd

Fuente: Eatglobe