martes, 5 de marzo de 2019

El porqué la viña llora



El ciclo vegetativo anual que cada año recorre una cepa, en nuestro clima Mediterráneo, pasa por diferentes fases y una de ellas es el lloro; después del reposo invernal, el lloro es la primera manifestación de actividad de la vid. 
Foto: DOP Campo de Borja

La planta llora porque comienza a salir de su reposo invernal, comenzando por la subida de temperatura de la tierra. Normalmente, cuando la tierra supera los 10 grados ya se acerca la primavera, y esta subida de temperatura comienza a activar el sistema radicular de la planta debido a la activación de la respiración celular, una recuperación de la absorción de agua y de elementos minerales y también por la movilización de las reservas de la propia planta. La conducción de este lloro se realiza por el fenómeno osmótico provocando el movimiento ascendente de la savia, por presión radicular. Este es el comienzo del lloro, básicamente la vid despierta de su letargo invernal y lo hace renovándose por dentro.

Este lloro fluye por las heridas y los cortes de la poda y la cantidad derramada, que además tiene siempre un pequeño contenido de materia seca, que está entre 1 y 2 g/l, puede llegar hasta los cinco litros por cepa, pero siempre dependiendo de los anteriores condicionantes, y es más rico en compuestos orgánicos que en minerales, lo que prueba la movilización de las reservas de la planta.
Foto: Bodega Vega Moragona

En general, este lloro no debilita a las cepas, salvo en casos excepcionales, como el lloro muy continuado y abundante en caso de repodas, que pueden ocasionar el aumento de la sensibilidad a las heladas primaverales de las yemas rehidratadas por este lloro y además puede dificultar la formación del callo de soldadura en los injertos de campo, y por esto es aconsejable orientar siempre los cortes de la poda para que el lloro caiga sobre las yemas más próximas y descabezar el patrón varios días antes de realizar el injerto.

Los lloros cesan al recubrirse los cortes de la poda con unas sustancias gomosas producidas por unas bacterias que viven sobre el derrame y en las sales disueltas en el lloro cuando se evapora, obturando de este modo los vasos leñosos.

El lloro no se origina por la poda tardía, se origina por la actividad fisiológica de la planta. Si en febrero la media de las temperaturas supera los 10ºC seguro que llora la planta al podarla, y si en mayo no han superado esa media las temperaturas seguro que no llora.
En Febrero puede ocurrir que las altas temperaturas del día precipitan el lloro, que se congela por las bajas temperaturas de la mañana

La circulación de la savia la activa la temperatura, no la poda. Y teniendo esto en cuenta, este fenómeno también depende esencialmente del portainjerto, o de la variedad de Vitis vinifera, y de las temperaturas del suelo, comenzando habitualmente cuando esta se eleva sobre unos 10ºC, variando este límite con la variedad de uva; la Vitis riparia no comienza el lloro hasta los 12 ºC, y la Vitis verlandieri lo retrasa hasta que la tierra alcanza los 14ºC. La rapidez de este fenómeno depende de las variaciones de las temperaturas del suelo, de las condiciones de humedad del mismo y del vigor de la planta.

En inviernos secos este fenómeno es escaso y en casos extremos pasa inadvertido pues el lloro es mínimo; sin embargo en terrenos salinos no se produce más aunque la humedad sea abundante.
Así que, si ven ustedes llorar a la viña, sepan que es una alegría pues su trabajo para producir vino ha comenzado.


Fuente: Revista digital Grada

miércoles, 27 de febrero de 2019

INFLUENCIA DEL CONTENIDO DE LA ETIQUETA DE UNA BOTELLA DE VINO EN LA DECISIÓN DEL CONSUMIDOR

Disciplinas como la psicología o la sociología proporcionan metodologías y un marco teórico que ayudan al marketing a comprender los procesos de decisión de los consumidores. 



Recientemente se ha realizado una investigación en la que han colaborado la Universidad Javeriana de Cali, en Colombia, y la Universidad Autónoma de Barcelona. Los autores analizan la influencia del contenido de la etiqueta de las botellas de vino en la intención de compra de un conjunto de voluntarios (114 individuos, 51,32% de ellos mujeres y 48,67% hombres) en un supermercado simulado en el laboratorio. Este tipo de estudio segmenta los consumidores en grupos. En este caso se segmentaron por género y por experiencia como consumidores. El experimento seguía el comportamiento de los individuos en períodos de 2 frente a un linear de supermercado con 100 vinos. El estudio utiliza el seguimiento ocular para estimar el comportamiento relacionado con los atributos del vino incluidos en la etiqueta de las botellas de vino, específicamente la denominación de origen, la información nutricional y las advertencias sanitarias



 Esta información es cada vez más importante en la decisión del consumidor, que ha pasado de comprar vino en tiendas especializadas, donde puede recibir consejo experto, a grandes superficies con una gran oferta y donde el consumidor confía en la información de la etiqueta para tomar su decisión. Entre los resultados de este estudio destaca que los componentes de la etiqueta relativos a los atributos del vino son importantes a la hora de influir en la intención de compra y que, según su experiencia, los consumidores leen la información de las etiquetas de manera diferente, lo que provoca ciertos efectos en su intención de compra. Por ejemplo, la información nutricional es relevante para diferenciar expertos de no expertos.




Fuente:

Escandon-Barbosa, D. y Rialp-Criado, J.: “The Impact of the Content of the Label on the Buying Intention of a Wine Consumer”, Frontiers in Psychology, ; 2019, 9: 2761. doi: 10.3389/fpsyg.2018.02761.

viernes, 22 de febrero de 2019

FASE DE IMPLANTACIÓN Y FORMACIÓN DEL VIÑEDO



La fase de formación del viñedo consiste en el establecimiento de la estructura permanente de las cepas y la correcta implantación de las mismas en el terreno. La fase de implantación y formación del viñedo reviste una gran importancia porque, por un lado, es un periodo improductivo lleno de costes que hay que tratar de acortar al máximo y, en segundo lugar, porque del manejo aplicado en esta fase inicial dependerá el comportamiento de la vida total de nuestra plantación. 


Hay que tener en cuenta una serie de consideraciones previas generales:

·        Nos interesa formar un viñedo homogéneo en el menor tiempo posible (financiación y costes del periodo improductivo).

·        Debemos trabajar para envigorizar (crecimiento rápido) por igual (colonización del suelo) las cepas durante este período.

·        Es una etapa crítica que condicionará definitivamente el comportamiento del viñedo durante toda su vida útil (homogeneidad de vigor, geometría, mecanización, etc.).

·        Es importante que la planta destine sus fuerzas a la formación sólo de esos brotes y, por ello, suprimiremos precozmente los innecesarios antes de desperdiciar una mayor inversión y gasto realizados por el plantón. Los mejores se seleccionan y guían siguiendo una estructura proyectada y adquirirán la forma permanente que les demos (casi irreversible).

·        Principalmente queremos formar:

·         sistemas de poda en cabeza.

·         sistemas de poda en cordón.

·        La periodicidad de la labor manual de formación puede requerir trabajar las plantas cada 7-15 días en función de la velocidad de crecimiento.

Podrían adoptarse dos estrategias en la fase de formación; una acelerada intensiva y otra tradicional más lenta. La estrategia acelerada intensiva es muy exigente en insumos y mano de obra requiriendo unas condiciones del medio óptimas que no siempre se dan. La estrategia de formación intensiva, difiere de la tradicional buscando reducir el periodo improductivo por medio de las herramientas y del contexto que ofrece la viticultura moderna. Para ello, se busca acelerar al máximo desde el principio el crecimiento sólo de los órganos de interés de las jóvenes plantas que formarán las estructuras permanentes de las cepas. Las altas exigencias se concretan en forma de fertilización, preparación del terreno e irrigación y de mano de obra especializada no muy puntual pero sí reiterada, constante y progresiva durante todo el periodo vegetativo, que se pretende que sea de crecimiento continuo (Jackson, 1998). El vigor conferido y el crecimiento continuo tratarán de canalizarse a través de brotaciones anticipadas de las yemas laterales seccionadas y fomentadas por medio de despuntes. De otro modo esto se realizaría anualmente con la poda en seco.



Ø  Formación genérica del tronco

Ésta es una primera fase común que comprende desde el momento en el que se realiza la plantación de las jóvenes cepas, hasta el momento en el que se alcanza la altura definitiva a la que se insertarán los elementos productivos (pulgares o varas) o bien, que se requiera una bifurcación o subdivisión de la estructura permanente de la cepa. Esta fase, en principio, ocupa el año de la plantación y habitualmente también el siguiente.

Las actuales circunstancias empresariales globales, en las que todo cambia muy rápido, alcanzan también a la viticultura. Por ello, se busca recuperar la inversión cuanto antes, reduciendo los periodos improductivos al máximo. Por otro lado, se da la realidad de que el contexto de la viticultura es cambiante, enfrentándonos a condiciones que frecuentemente permiten un mayor potencial vegetativo que de manera clásica (material vegetal, terrenos más fértiles, fertilización, irrigación, maquinaria de preparación del suelo…). Ambos hechos nos invitan a tratar de acometer esta fase de formación de un modo más rápido, siempre y cuando se den las condiciones necesarias y se actúe con previsión y criterio (Arranz et al., 2003). De cualquier modo, siempre los limitantes principales serán la suficiente disponibilidad continua e intensiva de mano de obra y el vigor e implantación de las jóvenes cepas. En el caso de que no se cuente adecuadamente con ambas condiciones se acometerá esta fase de una manera más pausada y gradual (Winkler et al., 1974).



v  Estrategia acelerada intensiva

En el mismo año de la plantación, tan pronto como se supere el periodo de heladas, se selecciona el brote más vigoroso, mejor dirigido y cercano a la madera vieja, eliminando precozmente todos los demás antes de que la planta invierta más energía en su crecimiento. 

Se vuelve a colocar el tubo tutor. Intentar respetar la zona de inserción de alguno de los brotes inferiores eliminados para conservar al menos otra yema de seguridad por si se malograse por entero el brote conservado.

En el caso de que por falta de mano de obra o por escasez de vigor no se pueda acometer la labor de selección del brote más vigoroso y central muy tempranamente, se dejará crecer libremente la planta durante el primer año (Yuste et al., 2005). Antes que realizar la selección de brotes tardíamente cuando ya se están desarrollando bien, es preferible no tratar de acometer el proceso acelerado de formación y seguir los tiempos tradicionales. Si se hace tarde se estará castigando a la planta con una eliminación súbita y grande de superficie foliar con el consiguiente derroche de sus reservas invertidas.

·         Cada 7-14 días se repasará el viñedo en formación eliminando rutinariamente las yemas y brotes laterales incipientes innecesarios. Al mismo tiempo se entutora, guía y ata buscando siempre un ÚNICO ÁPICE DOMINANTE TRONCAL (VERTICAL). Se insiste en la condición irrenunciable de poder disponer de mano de obra suficiente como para realizar repases de guiado y selección unas 3-4 veces al mes en el caso de que se quiera acometer la formación acelerada. Si no, se realizará del modo tradicional más pausado antes que actuar en verde tardíamente.

·         Cuando se rebase unos 30 cm. la altura buscada del tronco, se pinzará el ápice para detener su elongación y concentrar el crecimiento en la longitud respetada, fomentando además una homogénea emisión de laterales. El objeto de despuntar más lejos de la altura deseada se debe a que, a dicha altura, el brote tenga un grosor adecuado y no tan fino como en el extremo despuntado en este momento.

·         El formar el tronco antes o después dependerá de si hemos sido capaces de envigorizar precozmente el viñedo lo suficiente. En el caso de que tras el primer año no se haya conseguido una homogeneidad suficiente de troncos de buen vigor se volverá a dejar las cepas a 2 ó 3 yemas. Podadas de este modo, se reinicia el proceso al año siguiente con las cepas más establecidas, seleccionando de nuevo muy tempranamente el brote más vigoroso, mejor situado y más cercano a la madera vieja.

·         Durante las operaciones de poda, atado y guiado primaverales es necesario limpiar las yemas de los nudos del tronco para evitar que generen brotes en el futuro. No obstante, podría ser adecuado respetar incluso 2 yemas (en la base y parte superior del tronco) como medida de seguridad para poder usarlas en la posible reformación futura del tronco o brazos por causa de plagas, enfermedades, accidentes o necesidad de rejuvenecimiento de la estructura permanente.



v  Estrategia tradicional

En el caso de que no sea previsible vigorizar suficientemente los plantones desde el primer año se dejarán crecer libremente (Departamento de Viticultura. Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, 2004a y 2004b).

No obstante, incluso en este caso, puede preferirse entubarlos para dotarles de cierta protección frente a roedores, plagas, granizo, heladas…

Antes de la siguiente brotación (invierno-primavera), si efectivamente han desarrollado poco vigor, pero con la cepa más establecida, se podará el plantón a 2 yemas dejando sólo el pulgar más vigoroso vertical y cercano a la madera vieja. 



En cuanto se supere el periodo de heladas se seleccionará el brote más vigoroso y vertical atándolo adecuadamente al tutor. Durante el crecimiento se repasará reatando y guiando el brote que formará el tronco y se eliminarán todos los chupones o laterales que generan competencia y dificultan alcanzar la altura deseada de formación. Esto se realizará cuando el brote principal haya alcanzado unos 40 cm. (Winkler et al., 1974).

En el invierno o primavera siguientes se iniciará la siguiente fase de formación podando justo por encima de la altura deseada de formación respetando el último entrenudo para usarlo como zona de atado. Han de limpiarse las yemas del tronco para evitar que emitan chupones. Podría dejarse una arriba y otra abajo a modo de seguridad en caso de reformación.

Por las ventajas adicionales que presentan los tubos frente a los tutores, cables y cuerdas, son generalmente recomendables siempre y cuando no provoquen un calentamiento excesivo de la planta en el interior. Preferiblemente serán de color claro, con algo de ventilación, desmontables y cerca de la altura del tronco perseguida.


Fuente: 
Pérez Recio, G. (2009), "Operaciones manuales en viñedo". Servicio de Formación Agraria e Iniciativas. Junta de Castilla y León

jueves, 20 de diciembre de 2018

Reflexiones sobre la evolución de la viticultura en los últimos 30 años



Juan Carlos Sancha González, Doctor en Viticultura y Enología

Históricamente, el progreso científico y la evolución técnica han tenido un papel decisivo en la mejora de nuestra calidad de vida y de los productos que nos rodean. Sin embargo, nos puede surgir la duda de si ese progreso ha sido tan positivo en algunos productos como, por ejemplo, los alimentos que consumimos, y ello más allá de aspectos tan importantes como la seguridad alimentaria o el etiquetado. Tal vez sea la uva uno de los productos en los que podamos tener más dudas sobre si el avance técnico que se ha producido ha mejorado o, por el contrario, no ha contribuido a mejorar su calidad.
No se puede desligar la calidad de nuestros vinos de la calidad de nuestras uvas. Todos hemos oído en infinidad de ocasiones: “Con una mala uva nunca se puede hacer un buen vino”. Es cierto que lo repetimos hasta la saciedad, pero yo creo que en realidad no nos lo terminamos de creer, ya que, en el fondo, seguimos pensando que, con tecnología, una buena bodega y un buen enólogo podemos transformar una uva mediocre en un buen vino.
En mi opinión, más del 80% de la calidad de un vino procede de la uva y, nosotros, los enólogos, tenemos como misión el conducir esa uva hasta su transformación en vino con la menor intervención posible.
Ya he cumplido 50 años, he dedicado más de 25 de actividad profesional a la viña y al vino y, desde la reflexión de mi optimista amigo Balti de que ya “hemos pasado la mitad de nuestra vida”, entiendo que es un buen momento para resumir los cambios más significativos que se han producido en nuestra viticultura en estos años. No quiero entrar en aspectos sociales, pero vaya por delante que me ha tocado ir con la mula a las viñas de mi padre en mi adolescencia y ahora voy en todoterreno.
Paso a enumerar los que, a mi juicio, han sido los cambios más importantes, sin que el orden de presentación tenga relación con su importancia.

1. Cambio de localización del viñedo

Antes, el viñedo ocupaba suelos marginales, poco profundos, en ladera, pedregosos y pobres. Ahora la vid ocupa suelos más profundos, más fértiles y con más capacidad productiva. Éste es, probablemente, uno de los cambios más importantes que se ha producido en nuestra viticultura en los últimos 30 años y el que más impacto negativo ha podido tener respecto al aumento del vigor, de la producción y de los problemas fitosanitarios.

Arriba Viñedo tradicional histórico en ladera y Abajo viñedo en terreno con más capacidad productiva

2. Utilización de clones más productivos

El material vegetal que utilizaron nuestros abuelos en la plantación de sus viñas era bien distinto al que utilizamos ahora, en fertilidad, en tamaño del racimo, en tamaño de la baya y en compacidad del racimo. Hoy se utilizan clones seleccionados por su productividad (sirva como ejemplo el Clon 70 de Garnacha). Son necesarias nuevas selecciones clonales con otros objetivos: más calidad, más antocianos, más acidez, más precursores aromáticos, menor tamaño del racimo y de la baya, etc.
También este aspecto ha tenido un gran impacto en la calidad de nuestras uvas, ya que hemos plantado auténticas máquinas de producir. Ello unido al cambio de localización del viñedo, ha provocado auténticos problemas de sobreproducción en el viñedo.

3. Disminución del número de variedades cultivadas

En 1912, Nicolás García de los Salmones citaba 44 variedades de vid cultivadas en La Rioja. En el año 2000, llegamos a cultivar sólo 7 variedades, de las que únicamente tres suponían más del 96% de nuestro viñedo.Es lo que se conoce como Erosión genética:
Disminución del número de variedades
Plantamos, además, un pequeño número de clones
Hemos dejado que se pierdan la práctica totalidad de las vides silvestres y salvajes.
En el mundo, según la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV), hay registradas 6.152 variedades de vid en 35 países vitivinícolas (OIV 2013). De todas ellas, 4.020 variedades tienen nombre distinto. Si elimináramos las sinonimias podríamos hablar de unas 2.000 variedades diferentes en el mundo.
En España hay registradas unas 700 variedades, si bien, eliminadas las sinonimias, consideramos que puede haber más de 200 diferentes. De ellas, las cinco primeras variedades (Airén, Tempranillo, Bobal, Monastrel y Garnacha) ocupan el 80% de la superficie.
En el mundo, aproximadamente, las treinta primeras variedades ocupan un 70% de la superficie total del viñedo de vinificación
Este aspecto ha sido muy negativo en cuanto al empobrecimiento genético, en definitiva, estamos dejando a nuestros hijos menos genes de los que nosotros hemos heredado. Esto puede tener una importancia catastrófica si por ejemplo aparecen nuevas enfermedades o plagas, como en su momento fue la Filoxera en el siglo XIX.

4. Evolución varietal a favor de Tempranillo

Tempranillo es la variedad más plantada actualmente en España y, por supuesto, también en Rioja. En el año 1973 teníamos en Rioja más Garnacha que Tempranillo; en 2014 teníamos un 87% de Tempranillo y sólo un 8% de Garnacha.
Es evidente que Tempranillo es una muy buena variedad, pero también es cierto que como su nombre indica es una variedad temprana (de ciclo corto) que no debiera haberse plantado fuera de las zonas frescas. No hay variedades universalmente buenas o malas; hay variedades de aptitud vitícola de calidad adaptadas a determinados suelos y climas.
El obvio que Tempranillo ha sustituido a Garnacha por su producción más alta y más estable, frente al corrimiento de Garnacha. La variedad Tempranillo está autorizada, y en muchos casos como variedad preferente, en, al menos, 30 DOs en España. Este aspecto puede estar provocando una estandarización de los vinos españoles y riojanos en torno a la variedad Tempranillo. A mi modo de ver, es un error que en España y en Rioja ‘todo’ tenga que ser Tempranillo. Tempranillo sí, pero no en todos los sitios y, sobre todo, no en sustitución de variedades locales en muchos casos mejor adaptadas, especialmente en zonas cálidas. 


Disminución del número de variedades cultivadas en Rioja en el último siglo.Evolución de las variedades Garnacha y tempranillo en Rioja

5. Aumento del viñedo conducido en espaldera frente al vaso

En España, la espaldera supone ya más del 30% del viñedo y, en Rioja, ya supera al vaso como tipo de conducción. La espaldera es un buen tipo de conducción, pero no siempre es mejor que el vaso. La espaldera es mejor que el vaso en zonas de mucho vigor, con fuerte presión de Botrytis y, sobre todo, permite mecanizar mejor algunas operaciones como la poda, la vendimia y el deshojado.
La gran proliferación de la espaldera es debida a que es más productiva que el vaso, principalmente en los primeros años en los que el vaso tarda más en entrar en plena producción, pero, sobre todo, porque la espaldera permite alcanzar mayores techos productivos que el vaso.
La gran ventaja de la espaldera reside en que permite reducir el marco y aumentar la densidad de plantación, y es precisamente esta ventaja la que menos se está utilizando. Por otra parte, la espaldera también ha aumentado los costes de cultivo por los tiempos de atado, por la formación, por la recogida de vegetación y por el propio mantenimiento de la espaldera. Estas ventajas han permitido mejorar la mecanización del viñedo pero están contribuyendo, en general, al aumento de la productividad del viñedo en detrimento de la calidad de las uvas.



Viñedo centenario de la Peña el Gato (Baños de Río Tobía) conducido en Vaso y viñedo en Espaldera en La Serna (Badarán).

6. Aumento de la superficie de viñedo regada

Hoy no se discute que el agua racionalmente utilizada mejora la calidad de la cosecha. Sin embargo, el resultado práctico de la puesta del viñedo en riego provoca en general una pérdida de calidad. Cada vez que se implanta un nuevo regadío en una zona de viñedo de España, se consigue un aumento de la producción y de la rentabilidad del viñedo, pero en términos generales, también se produce una disminución de la calidad de las uvas.
Es muy discutible que empleemos dinero público en la puesta en marcha de regadíos para zonas vitícolas cuando la vid es capaz de vivir en secano. No ha de olvidarse que ha sido su localización habitual hasta hace 30 años y que algunos de estos regadíos en España tienen costes de agua muy elevados, de más de 500 €/Ha. Este aspecto es uno de los que más han influido en el aumento de la productividad y, en general, en una disminución de la calidad de las uvas.

7. Disminución de la densidad de plantación

Quizás haya sido el cambio menos evidente en nuestro viñedo, ya que se ha producido sin darnos cuenta de lo que estaba sucediendo. Los viñedos centenarios de Rioja tenían densidades de plantación de más de 5.000 cepas/ha; los actuales tienen densidades de alrededor de 3.000 cepas/ha. Este aspecto ha tenido una influencia muy negativa respecto a la calidad de nuestras uvas ya que la reducción del número de cepas ha provocado un aumento del vigor y una reducción de la superficie foliar expuesta.
Es fundamental que volvamos a las densidades de plantación que utilizaron nuestros abuelos. Sin embargo, es obvio que nos encontramos ante un problema económico, pues resulta mucho más caro producir un kg de uva con 5.000 cepas/ha que hacerlo con 3.000 cepas/ha y eso el mercado hoy no lo paga.



Reducción de la densidad de plantación en Rioja en el último siglo.

8. Generalización del uso de los herbicidas

Los herbicidas han permitido reducir los costes de cultivo, sobre todo en el manejo de la línea, pero pueden provocar fitotoxicidad en la vid, una inversión de la flora y crear problemas de contaminación de acuíferos y suelos. Estas prácticas han incidido negativamente, sobre todo en el aspecto medioambiental, en nuestras uvas y suelos.

9. Aumento de la utilización de productos fitosanitarios y abonos

Hoy tenemos un mayor abanico de productos fitosanitarios y además se están utilizando productos específicamente desarrollados para el viñedo. La duda que surge es si algunas moléculas han perdido eficacia por el abuso de su empleo y por la aparición de resistencias. Además, se han empezado a desarrollar tratamientos aéreos, cuando en otros países se están prohibiendo.
Respecto a su incidencia sobre la calidad de nuestras uvas hemos de decir que ha sido netamente negativa respecto a la calidad del medioambiente, con contaminaciones de suelos y acuíferos. Los problemas que existen con los residuos de pesticidas son indudablemente consecuencia de su excesivo uso, y todo ello a pesar de que tenemos más y mejores técnicas de control de las distintas plagas y enfermedades.
Nuestro reto debe ser producir uvas de calidad, pero, además, debemos garantizar al consumidor que nuestros vinos estén lo más exentos posibles de residuos de pesticidas.

10. Desarrollo de técnicas vitícolas más respetuosas con el medio ambiente

Como consecuencia del abuso de los pesticidas se han desarrollado modelos vitícolas más respetuosos con el medioambiente, como la viticultura integrada, la ecológica, la biodinámica, la razonada o la sostenible. Todas estas técnicas no son sino una vuelta al pasado, pero con los conocimientos científicos actuales. Tal es el caso de la ecológica, donde debemos recordar que todos nuestros abuelos practicaban viticultura ecológica, aunque entonces no estaba regulada ni existía como concepto. Así, estas técnicas aportan un avance positivo para la calidad de nuestras uvas en un sentido amplio, pero sobre todo aportan calidad medioambiental e, indudablemente, vinos más saludables.

11. Reducción de las horas por ha empleadas en nuestro viñedo

Es indiscutible el avance que se ha producido en este aspecto en el último siglo. A principios del siglo XX se empleaban en un viñedo riojano 578 horas por ha; las viñas se cavaban a mano, ‘a pernadas’. Hacia la mitad del siglo XX, con la utilización de las caballerías, esas horas se redujeron a 357 h/ha. Hoy podemos cultivar nuestro viñedo más simple con hasta 151 h/ha, gracias al tractor y a la mecanización.
Se puede pensar que este aspecto es a priori positivo, sobre todo desde el punto de vista económico y del esfuerzo que debe realizar el viticultor. Sin embargo, si lo analizamos detenidamente, para poder reducir las horas, hemos tenido que dejar de cultivar en laderas y en vaso, donde las horas empleadas apenas se han modificado. Además, indirectamente pasamos menos horas que nuestros abuelos en el viñedo y esto nos hace conocer las vides desde la cabina de un tractor con música y aire acondicionado. En definitiva, observamos de lejos y con más prisas nuestras cepas.

12. El desarrollo de los reinjertos para el cambio de variedad

Esta técnica no se conocía hasta hace unos 30 años. En los libros de viticultura siempre hemos podido leer que en la vid no se podía hacer el injerto de escudete. Obviamente era un error; sí se podía hacer, pero no conocíamos la técnica. Esta práctica permite cambiar la variedad existente en nuestro viñedo sin necesidad de arrancarla. Es interesante su uso para rectificar errores en la elección de la variedad y para poder mantener la edad del viñedo frente a la alternativa de arranque.



Reinjerto de Viura por Tempranillo en un vaso de 14 años de edad.

13. La mejora de las técncias de preparación del suelo

Es uno de los grandes cambios vitícolas. La evolución es evidente: Desde los 20 cm de profundidad realizados por el arado romano que utilizaron nuestros abuelos hasta los más de 100 cm que realizan los potentes desfondadores actuales, pasando por los primeros ‘malacates’ que iniciaron el cambio a principios del siglo XX.
Nuestros abuelos ‘se pegaban’ al terreno haciendo intervenciones mínimas en el suelo, plantaban siguiendo las curvas de nivel en las laderas evitando la erosión. Actualmente son frecuentes las intervenciones en el terreno con maquinaria pesada de obras públicas para allanar los terrenos con una absoluta falta de respeto al suelo. Las viñas plantadas por nuestros abuelos expresan el terroir, que en muchas viñas nuevas ha desaparecido por estas intervenciones mal entendidas en los suelos.
Desde el punto de vista de la calidad de nuestras uvas, son muy discutibles estas fuertes intervenciones en el suelo en tanto que provocan agresiones paisajísticas importantes y no recuperables, aumento del vigor del viñedo, inversión de horizontes del suelo y, sin lugar a dudas, más erosión y pérdida de la expresión del terroir.

14. Aumento del pH de las uvas

Uno de los problemas más graves que se está produciendo en nuestras uvas es el aumento importante del pH por varias causas:
El cambio varietal de Garnacha (pH más bajo) a Tempranillo (pH más alto)
El calentamiento climático que reduce la acidez
El riego
El abuso del abonado, en especial el potásico
La incidencia sobre la calidad de nuestras uvas es muy negativa, dando lugar a vinos más inestables, más propensos a desarrollar problemas microbianos (Brett., etc.) y que necesitan más adición de sulfuroso.

15. Aumento del número de DOs y otras figuras de calidad

En 1976 existían en España 27 DOs, hoy hay 69, pero si además sumamos el resto de figuras de calidad vitivinícolas, como Vinos de la Tierra, Vinos de Calidad con Indicación Geográfica, Vinos de Pago y DO Calificadas, suman en total 137. Es bueno proteger nuestros viñedos con una figura de calidad, pero el interrogante es el siguiente: ¿es capaz el consumidor de retener 136 localizaciones? Deberíamos reflexionar sobre este aspecto: ¿Estamos atomizando demasiado el sector del vino?

16. Desarrollo de nuevas formas de pago de la uva

Hemos pasado del pago de la uva en función del peso, sin distinción alguna, a pagar la uva por el pueblo de origen. Posteriormente se distinguió el precio entre el blanco y el tinto, unas veces más alto para el tinto y otras para el blanco.
Cuando se desarrolla el uso del refractómetro se introduce el pago por kilogrados. Esta forma de pago sigue siendo en la actualidad un método habitual. Hay que decir que el grado tiene valor en zonas frescas, pero muy poco o nada en zonas cálidas. De aplicarse la forma de pago en función del grado a las uvas blancas, resultará en la práctica que se está pagando más caro un kg de Viura con 15º que con 12,5º, y es evidente que, en este caso, más grado no significa más calidad.
Posteriormente se introdujo la variedad como factor a valorar en el pago de la uva, y así no se paga igual un kg de Chardonnay que de Airen en España. La gran revolución respecto al pago se produjo con la llegada de sistemas de autoanalizadores que miden numerosos parámetros a la entrada en bodega.
Es cierto que estos equipos, de elevado coste, miden muchos parámetros que hay en la uva, pero también es cierto que la medición de alguno de los parámetros es poco fiable y que, en ocasiones, también miden aspectos que los enólogos no podemos extraer en nuestras elaboraciones. Es por ello que tampoco deben idealizarse estas máquinas.
En cualquier caso, nos quedamos con que el mejor método de pago de la uva es el de la valoración de la calidad en el viñedo. Un técnico bien preparado puede distinguir en pocos minutos si las uvas que cuelgan de una cepa son o no de calidad, con más seguridad que una máquina que nos mide la uva en un remolque. El problema reside en la necesidad de visitar todas las parcelas que van a entrar en la bodega.

17. España es el país que más viñedo ha arrancado del mundo

En 1980 teníamos en España alrededor de 1.500.000 ha; actualmente tenemos 950.541 ha. Es decir, hemos perdido en 35 años más de medio millón de hectáreas de vid. Deberemos reflexionar sobre este dato, puesto que mientras que en España hemos descepado, otros países han plantado superficies equivalentes a las que nosotros hemos arrancado.
En Rioja, afortunadamente, se ha aumentado la superficie total de viñedo, con un crecimiento sostenible que ha pasado de 38.817 ha en 1985 a las 61.545 ha actuales. En definitiva, Rioja ha crecido un 74% en los últimos 30 años.

18. Cambio del objetivo vitícola

Debe superarse el objetivo perseguido por la viticultura tradicional, basada en el aumento del cuajado del fruto, del tamaño del racimo y del tamaño de la baya, cuyo fin no es otro que el aumento de la producción, para llegar a lo que entendemos debe ser el objetivo de una viticultura de calidad basada en todo lo contrario: disminución del cuajado del fruto, del racimo y de la baya para, en definitiva, conseguir una disminución de la producción.

19. Rejuvenecimiento del viñedo y desaparición de viñedo viejo

Este aspecto es quizás uno de los más preocupantes de nuestra viticultura, sobre todo por la dificultad de dar marcha atrás. Cuando se arranca un viñedo con 100 años, ninguno de los que leemos estas líneas podremos ver el viñedo que lo sustituirá con el aspecto y con la calidad que le otorgan sus 100 años de vida.
Cada vez hay menos viñedo viejo y resulta realmente triste que estemos contribuyendo a su desaparición a través de las ayudas públicas. El rejuvenecimiento del viñedo se está llevando a cabo con Planes de Reconversión que conceden dinero público al viticultor por arrancar una viña vieja en una ladera y le permiten poder volver a plantar en un terreno de huerta, en espaldera y con riego por goteo. ¡Es vergonzoso!
Tampoco podemos obviar las salvajadas que se han realizado en muchas de las concentraciones parcelarias llevadas a cabo, en las que no se ha respetado viña vieja alguna.
Es cierto que afortunadamente se está cambiando la manera de actuar en las concentraciones parcelarias y que se ha empezado, por fin, a subvencionar el mantenimiento del viñedo viejo de más de 50 años, pero también es cierto que se siguen aprobando y desarrollando planes de reconversión de viñedo.
El viñedo viejo es un factor de calidad: tiene, en general, menor producción, menor vigor, un mejor equilibrio hormonal y sobre todo más reservas de almidón en raíces y tronco que permite completar la maduración en años difíciles.
Está demostrado que el viñedo viejo alcanza un mayor contenido antociánico total, presenta un mejor perfil antociánico, en el que los derivados acilados (acetilados y paracumarilados) son mayores, lo que permite que el color sea más estable y se obtengan rojos más azulados.

En resumen

Si nos preguntamos: ¿tenemos hoy mejores o peores vinos que hace 30 años? La respuesta es evidente: tenemos claramente mejores vinos. Pero si la pregunta es: ¿tenemos mejores o peores uvas que hace 30 años? La respuesta ya no es tan clara. En mi opinión, tenemos peores uvas que hace 30 años a pesar de tener mejores vinos.
Hemos avanzado mucho en enología, tecnología e higiene en las bodegas. También hemos avanzado mucho en viticultura, pero, probablemente, hemos ido por un camino equivocado en muchos aspectos.

Fuente: 
www.interempresas.net

miércoles, 19 de diciembre de 2018

RESPUESTAS DE VIDES CONVENCIONALES Y BIODINÁMICAS A LOS RETOS DEL CLIMA Y A LOS PATÓGENOS



Ante la relevancia de la viticultura como actividad socioeconómica, son numerosos los debates acerca de qué prácticas son las más rentables y sostenibles, y cómo se puede mejorar el impacto en el medio ambiente y en la salud humana. Los consumidores y la sociedad en general piden mayor seguridad en estos aspectos. A ello cabe sumarle los enormes retos a los que se enfrenta la gestión de la vid, uno de ellos el cambio climático.
Viticultura biodinámica

En zonas como California, Sudáfrica o Francia, los viticultores alaban las ventajas del método biodinámico como solución a estos problemas, afirmando que se obtiene un buen rendimiento económico combinado con un reducido impacto medioambiental. Y sin embargo, de los 8 millones de hectáreas de vides en todo el mundo, un 90% se cultiva mediante prácticas convencionales, un 9% por prácticas orgánicas y sólo un 1% por métodos biodinámicos. Esta práctica sigue no exenta de controversia entre comunidades vitivinícolas y científicas. 
Prácticas convencionales

Los resultados obtenidos muestran, según los autores, la ventaja en las respuestas de las plantas de cultivos biodinámicos frente a los retos del clima y los ataques de patógenos. Lo explican por una mayor expresión de determinados genes, algunos de ellos relacionados con la inmunidad, y mayores niveles de metabolitos secundarios antioxidantes y antifúngicos, y afirman que disponer de este conocimiento podría ayudar a resolver las diferencias entre los defensores de uno y otro método, así como diseñar la tan esperada viticultura sostenible

Viticultura sostenible



Fuente:
Soustre-Gacougnolle, I.; Lollier, M. ; Schmitt, C. ; Perrin, M. ; Buvens, E. ; Lallemand, J.F. ; Mermet, M. ; Henaux, M. ; Thibault-Carpentier, C. ; Dembelé, D. ; Steyer, D. ; Clayeux, C. ; Moneyron, A. y Masson, J.E. : “ Responses to climatic and pathogen threats differ in biodynamic and conventional vines”, Scientific Reports, ; 2018, 8 (1): 16857. doi: 10.1038/s41598-018-35305-7.

lunes, 17 de diciembre de 2018

Vino vs Cambio Climático

Una instantánea del Año 2050

El cambio climático disminuirá dramáticamente la producción vitícola en las hoy principales zonas productoras de vino en 2050.

El cambio climático tiene el potencial de impulsar desplazamientos  en la producción vitivinícola que afectarán fuertemente a los ecosistemas mediterráneos.


El Vino y el Cambio Climático, año 2050

Las zonas aptas hoy para viticultura disminuirán del 25% al ​​73% en las principales regiones productoras de vino para el año 2050.

Zonas actualmente no aptas para viticultura se proyectan para convertirse en adecuadas en el futuro, fundamentalmente regiones del norte que hoy por su bajas  temperatura no son muy idóneas  para la maduración del vino.

El cambio climático impactará directamente en las especies y los patrones de producción agrícola, siendo la viticultura altamente sensible al clima y a la subida de temperaturas.

Las regiones vinícolas nunca serán la misma de no actuarse contra los efectos del cambio climático.


Regiones vinícolas Año 2050

En rojo  prevé declive. 
En azul. Zonas actualmente no aptas para viticultura, se proyectan para convertirse adecuados en el futuro.
En verde áreas vinícolas, que permanecerán adecuadas.


Avances del CSIC en el cultivo de la Vid para afrontar el Cambio Climático

El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) avanza en la investigación de nuevas técnicas de cultivo para la obtención de variedades de vid más resistentes y mejoradas genéticamente, con el objetivo de afrontar los retos del cambio climático y lograr una producción sostenible.


Viñedo en zona semidesértica en el sur de España

Los últimos estudios llevados a cabo el Consejo Superior de Investigaciones Científicas apuntan a que el futuro de la vitivinicultura pasa por adaptarse a las nuevas condiciones de crecimiento asociadas a un aumento de la concentración de CO2 atmosférico, de la temperatura y de la sequía, lo que puede provocar la aparición de nuevos patógenos y plagas.

En este sentido, son varios los institutos del CSIC que han abierto líneas de investigación sobre el cultivo de la vid para dar respuesta a estos desafíos, mediante técnicas de cultivos in vitro, en invernaderos-cámara o herramientas de mejora genética.

Uno de los estudios más destacados es el desarrollado por el Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla (IRNAS) que, junto al Instituto de Investigaciones Agrobiológicas de Galicia (IIAG) y la Misión Biológica de Galicia (MBG), es pionero en la aplicación del cultivo in vitro. El IRNAS ha testado la tolerancia de plantas de vid silvestre y variedades de vid cultivadas frente a altas concentraciones de caliza o cobre en el suelo. Asimismo ha aplicado con éxito una técnica que combina el cultivo in vitro con temperatura de 38ºC (15ºC por encima de lo habitual en esta técnica de cultivo) para sanear viñedos virosados de las variedades Zalema, Pedro Ximénez, Palomino y Garrido Fino.

“Actualmente estamos realizando varios tipos de estudios. Uno de ellos, se centra en ensayar diferentes combinaciones entre iluminaciones azules y rojas, emitidas por lámparas tipo LED, con diferentes intensidades para optimizar las condiciones lumínicas del cultivo in vitro”, explica Manuel Cantos, científico del IRNAS.

El IRNAS viene cultivando in vitro variedades de mesa (Superior Seedless y Malvasía); de vino (Pedro Ximénez, Cabernet Sauvignon y Zalema); patrones para injertos; y 21 ecotipos de vid silvestre para lograr plantas sanas y homogéneas genéticamente. “A partir de estas plantas desarrollamos ensayos de interés en viticultura como la eliminación de las virosis, nuevas técnicas de propagación a gran escala o la selección de vides tolerantes a la sequía, al someterlas a condiciones de estrés hídrico”, añade Manuel Cantos.

En colaboración con la Universidad de Vigo y de Santiago de Compostela, el CSIC ha desarrollado, además, un protocolo de embriogénesis somática o asexual a partir de anteras y ovarios de las flores en 6 variedades autóctonas gallegas de vid. “Su caracterización ha supuesto un gran avance y abre las puertas para la aplicación de estas técnicas biotecnológicas en la mejora de cultivares autóctonos de vid”, aclara la Dra. Pilar Sánchez Testillano del Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid (CIB).

  • Simulación en Invernaderos

Otra de las investigaciones relevantes encaminadas a afrontar los retos del cambio climático es la que desarrolla la Estación Experimental de Aula Dei (EEAD) que, en colaboración con la Universidad de Navarra analiza los efectos en la producción y la calidad de la uva de condiciones futuras de concentración de CO2 atmosférico. Según las previsiones, en 2100 el dióxido de carbono alcanzará las 700 partes por millón (ppm) —era de 280 ppm en el periodo preindustrial—, la temperatura aumentará una media global de 4ºC y habrá una menor disponibilidad de agua en general y para el riego de cultivos.

Estos ensayos se desarrollan en invernaderos-cámara, que permiten simular las condiciones del clima previstas para finales de siglo y compararlas con la situación actual, así como en invernaderos de gradiente térmico, que han posibilitado conocer más detalles de los efectos del cambio climático y de la radiación UV-B sobre los tiempos de maduración y la calidad de la variedad Tempranillo.

·      Mejora genética y selección clonal

En esta línea trabaja actualmente el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICCV), que ha evaluado también el efecto del aumento de la temperatura en la expresión génica de clones de la variedad Tempranillo, seleccionando aquellos mejor adaptados. Los investigadores del ICCV estudian, además, la secuencia genómica de una variante del ácaro Tetranychusuricae, que ha aparecido en las zonas más cálidas de la Península Ibérica y que resulta muy dañina para los viñedos. Con estos estudios se conocerán las alteraciones genéticas que le permiten parasitar la vid, diseñando así actuaciones de defensa frente a estas nuevas amenazas.

El ICCV trata de comprender el control genético de caracteres que son de interés en la generación de nuevas variedades, así como en el desarrollo de tecnologías de secuenciación para desarrollar procesos de selección más eficientes. Establecer estrategias basadas en la mejora genética constituye una de las respuestas científicas a los diferentes tipos de estrés que pueden afectar a la vid.

Las conclusiones de estos estudios se recogen en la pionera exposición La vid, el vino y el CSIC. El CSIC, que genera el 20% de la producción científica nacional, es la institución con mayor porcentaje de transferencia de resultados al tejido productivo, tal y como se corrobora en esta muestra multidisciplinar, que cuenta con la colaboración de 9 bodegas: Terras Gauda, Vega Sicilia, Marqués de Riscal, Grupo Estévez, Freixenet, Abadía da Cova, Borsao, Alto Moncayo y Lustau y la Plataforma Tecnológica del Vino.