martes, 5 de marzo de 2019

El porqué la viña llora



El ciclo vegetativo anual que cada año recorre una cepa, en nuestro clima Mediterráneo, pasa por diferentes fases y una de ellas es el lloro; después del reposo invernal, el lloro es la primera manifestación de actividad de la vid. 
Foto: DOP Campo de Borja

La planta llora porque comienza a salir de su reposo invernal, comenzando por la subida de temperatura de la tierra. Normalmente, cuando la tierra supera los 10 grados ya se acerca la primavera, y esta subida de temperatura comienza a activar el sistema radicular de la planta debido a la activación de la respiración celular, una recuperación de la absorción de agua y de elementos minerales y también por la movilización de las reservas de la propia planta. La conducción de este lloro se realiza por el fenómeno osmótico provocando el movimiento ascendente de la savia, por presión radicular. Este es el comienzo del lloro, básicamente la vid despierta de su letargo invernal y lo hace renovándose por dentro.

Este lloro fluye por las heridas y los cortes de la poda y la cantidad derramada, que además tiene siempre un pequeño contenido de materia seca, que está entre 1 y 2 g/l, puede llegar hasta los cinco litros por cepa, pero siempre dependiendo de los anteriores condicionantes, y es más rico en compuestos orgánicos que en minerales, lo que prueba la movilización de las reservas de la planta.
Foto: Bodega Vega Moragona

En general, este lloro no debilita a las cepas, salvo en casos excepcionales, como el lloro muy continuado y abundante en caso de repodas, que pueden ocasionar el aumento de la sensibilidad a las heladas primaverales de las yemas rehidratadas por este lloro y además puede dificultar la formación del callo de soldadura en los injertos de campo, y por esto es aconsejable orientar siempre los cortes de la poda para que el lloro caiga sobre las yemas más próximas y descabezar el patrón varios días antes de realizar el injerto.

Los lloros cesan al recubrirse los cortes de la poda con unas sustancias gomosas producidas por unas bacterias que viven sobre el derrame y en las sales disueltas en el lloro cuando se evapora, obturando de este modo los vasos leñosos.

El lloro no se origina por la poda tardía, se origina por la actividad fisiológica de la planta. Si en febrero la media de las temperaturas supera los 10ºC seguro que llora la planta al podarla, y si en mayo no han superado esa media las temperaturas seguro que no llora.
En Febrero puede ocurrir que las altas temperaturas del día precipitan el lloro, que se congela por las bajas temperaturas de la mañana

La circulación de la savia la activa la temperatura, no la poda. Y teniendo esto en cuenta, este fenómeno también depende esencialmente del portainjerto, o de la variedad de Vitis vinifera, y de las temperaturas del suelo, comenzando habitualmente cuando esta se eleva sobre unos 10ºC, variando este límite con la variedad de uva; la Vitis riparia no comienza el lloro hasta los 12 ºC, y la Vitis verlandieri lo retrasa hasta que la tierra alcanza los 14ºC. La rapidez de este fenómeno depende de las variaciones de las temperaturas del suelo, de las condiciones de humedad del mismo y del vigor de la planta.

En inviernos secos este fenómeno es escaso y en casos extremos pasa inadvertido pues el lloro es mínimo; sin embargo en terrenos salinos no se produce más aunque la humedad sea abundante.
Así que, si ven ustedes llorar a la viña, sepan que es una alegría pues su trabajo para producir vino ha comenzado.


Fuente: Revista digital Grada

miércoles, 27 de febrero de 2019

INFLUENCIA DEL CONTENIDO DE LA ETIQUETA DE UNA BOTELLA DE VINO EN LA DECISIÓN DEL CONSUMIDOR

Disciplinas como la psicología o la sociología proporcionan metodologías y un marco teórico que ayudan al marketing a comprender los procesos de decisión de los consumidores. 



Recientemente se ha realizado una investigación en la que han colaborado la Universidad Javeriana de Cali, en Colombia, y la Universidad Autónoma de Barcelona. Los autores analizan la influencia del contenido de la etiqueta de las botellas de vino en la intención de compra de un conjunto de voluntarios (114 individuos, 51,32% de ellos mujeres y 48,67% hombres) en un supermercado simulado en el laboratorio. Este tipo de estudio segmenta los consumidores en grupos. En este caso se segmentaron por género y por experiencia como consumidores. El experimento seguía el comportamiento de los individuos en períodos de 2 frente a un linear de supermercado con 100 vinos. El estudio utiliza el seguimiento ocular para estimar el comportamiento relacionado con los atributos del vino incluidos en la etiqueta de las botellas de vino, específicamente la denominación de origen, la información nutricional y las advertencias sanitarias



 Esta información es cada vez más importante en la decisión del consumidor, que ha pasado de comprar vino en tiendas especializadas, donde puede recibir consejo experto, a grandes superficies con una gran oferta y donde el consumidor confía en la información de la etiqueta para tomar su decisión. Entre los resultados de este estudio destaca que los componentes de la etiqueta relativos a los atributos del vino son importantes a la hora de influir en la intención de compra y que, según su experiencia, los consumidores leen la información de las etiquetas de manera diferente, lo que provoca ciertos efectos en su intención de compra. Por ejemplo, la información nutricional es relevante para diferenciar expertos de no expertos.




Fuente:

Escandon-Barbosa, D. y Rialp-Criado, J.: “The Impact of the Content of the Label on the Buying Intention of a Wine Consumer”, Frontiers in Psychology, ; 2019, 9: 2761. doi: 10.3389/fpsyg.2018.02761.

viernes, 22 de febrero de 2019

FASE DE IMPLANTACIÓN Y FORMACIÓN DEL VIÑEDO



La fase de formación del viñedo consiste en el establecimiento de la estructura permanente de las cepas y la correcta implantación de las mismas en el terreno. La fase de implantación y formación del viñedo reviste una gran importancia porque, por un lado, es un periodo improductivo lleno de costes que hay que tratar de acortar al máximo y, en segundo lugar, porque del manejo aplicado en esta fase inicial dependerá el comportamiento de la vida total de nuestra plantación. 


Hay que tener en cuenta una serie de consideraciones previas generales:

·        Nos interesa formar un viñedo homogéneo en el menor tiempo posible (financiación y costes del periodo improductivo).

·        Debemos trabajar para envigorizar (crecimiento rápido) por igual (colonización del suelo) las cepas durante este período.

·        Es una etapa crítica que condicionará definitivamente el comportamiento del viñedo durante toda su vida útil (homogeneidad de vigor, geometría, mecanización, etc.).

·        Es importante que la planta destine sus fuerzas a la formación sólo de esos brotes y, por ello, suprimiremos precozmente los innecesarios antes de desperdiciar una mayor inversión y gasto realizados por el plantón. Los mejores se seleccionan y guían siguiendo una estructura proyectada y adquirirán la forma permanente que les demos (casi irreversible).

·        Principalmente queremos formar:

·         sistemas de poda en cabeza.

·         sistemas de poda en cordón.

·        La periodicidad de la labor manual de formación puede requerir trabajar las plantas cada 7-15 días en función de la velocidad de crecimiento.

Podrían adoptarse dos estrategias en la fase de formación; una acelerada intensiva y otra tradicional más lenta. La estrategia acelerada intensiva es muy exigente en insumos y mano de obra requiriendo unas condiciones del medio óptimas que no siempre se dan. La estrategia de formación intensiva, difiere de la tradicional buscando reducir el periodo improductivo por medio de las herramientas y del contexto que ofrece la viticultura moderna. Para ello, se busca acelerar al máximo desde el principio el crecimiento sólo de los órganos de interés de las jóvenes plantas que formarán las estructuras permanentes de las cepas. Las altas exigencias se concretan en forma de fertilización, preparación del terreno e irrigación y de mano de obra especializada no muy puntual pero sí reiterada, constante y progresiva durante todo el periodo vegetativo, que se pretende que sea de crecimiento continuo (Jackson, 1998). El vigor conferido y el crecimiento continuo tratarán de canalizarse a través de brotaciones anticipadas de las yemas laterales seccionadas y fomentadas por medio de despuntes. De otro modo esto se realizaría anualmente con la poda en seco.



Ø  Formación genérica del tronco

Ésta es una primera fase común que comprende desde el momento en el que se realiza la plantación de las jóvenes cepas, hasta el momento en el que se alcanza la altura definitiva a la que se insertarán los elementos productivos (pulgares o varas) o bien, que se requiera una bifurcación o subdivisión de la estructura permanente de la cepa. Esta fase, en principio, ocupa el año de la plantación y habitualmente también el siguiente.

Las actuales circunstancias empresariales globales, en las que todo cambia muy rápido, alcanzan también a la viticultura. Por ello, se busca recuperar la inversión cuanto antes, reduciendo los periodos improductivos al máximo. Por otro lado, se da la realidad de que el contexto de la viticultura es cambiante, enfrentándonos a condiciones que frecuentemente permiten un mayor potencial vegetativo que de manera clásica (material vegetal, terrenos más fértiles, fertilización, irrigación, maquinaria de preparación del suelo…). Ambos hechos nos invitan a tratar de acometer esta fase de formación de un modo más rápido, siempre y cuando se den las condiciones necesarias y se actúe con previsión y criterio (Arranz et al., 2003). De cualquier modo, siempre los limitantes principales serán la suficiente disponibilidad continua e intensiva de mano de obra y el vigor e implantación de las jóvenes cepas. En el caso de que no se cuente adecuadamente con ambas condiciones se acometerá esta fase de una manera más pausada y gradual (Winkler et al., 1974).



v  Estrategia acelerada intensiva

En el mismo año de la plantación, tan pronto como se supere el periodo de heladas, se selecciona el brote más vigoroso, mejor dirigido y cercano a la madera vieja, eliminando precozmente todos los demás antes de que la planta invierta más energía en su crecimiento. 

Se vuelve a colocar el tubo tutor. Intentar respetar la zona de inserción de alguno de los brotes inferiores eliminados para conservar al menos otra yema de seguridad por si se malograse por entero el brote conservado.

En el caso de que por falta de mano de obra o por escasez de vigor no se pueda acometer la labor de selección del brote más vigoroso y central muy tempranamente, se dejará crecer libremente la planta durante el primer año (Yuste et al., 2005). Antes que realizar la selección de brotes tardíamente cuando ya se están desarrollando bien, es preferible no tratar de acometer el proceso acelerado de formación y seguir los tiempos tradicionales. Si se hace tarde se estará castigando a la planta con una eliminación súbita y grande de superficie foliar con el consiguiente derroche de sus reservas invertidas.

·         Cada 7-14 días se repasará el viñedo en formación eliminando rutinariamente las yemas y brotes laterales incipientes innecesarios. Al mismo tiempo se entutora, guía y ata buscando siempre un ÚNICO ÁPICE DOMINANTE TRONCAL (VERTICAL). Se insiste en la condición irrenunciable de poder disponer de mano de obra suficiente como para realizar repases de guiado y selección unas 3-4 veces al mes en el caso de que se quiera acometer la formación acelerada. Si no, se realizará del modo tradicional más pausado antes que actuar en verde tardíamente.

·         Cuando se rebase unos 30 cm. la altura buscada del tronco, se pinzará el ápice para detener su elongación y concentrar el crecimiento en la longitud respetada, fomentando además una homogénea emisión de laterales. El objeto de despuntar más lejos de la altura deseada se debe a que, a dicha altura, el brote tenga un grosor adecuado y no tan fino como en el extremo despuntado en este momento.

·         El formar el tronco antes o después dependerá de si hemos sido capaces de envigorizar precozmente el viñedo lo suficiente. En el caso de que tras el primer año no se haya conseguido una homogeneidad suficiente de troncos de buen vigor se volverá a dejar las cepas a 2 ó 3 yemas. Podadas de este modo, se reinicia el proceso al año siguiente con las cepas más establecidas, seleccionando de nuevo muy tempranamente el brote más vigoroso, mejor situado y más cercano a la madera vieja.

·         Durante las operaciones de poda, atado y guiado primaverales es necesario limpiar las yemas de los nudos del tronco para evitar que generen brotes en el futuro. No obstante, podría ser adecuado respetar incluso 2 yemas (en la base y parte superior del tronco) como medida de seguridad para poder usarlas en la posible reformación futura del tronco o brazos por causa de plagas, enfermedades, accidentes o necesidad de rejuvenecimiento de la estructura permanente.



v  Estrategia tradicional

En el caso de que no sea previsible vigorizar suficientemente los plantones desde el primer año se dejarán crecer libremente (Departamento de Viticultura. Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, 2004a y 2004b).

No obstante, incluso en este caso, puede preferirse entubarlos para dotarles de cierta protección frente a roedores, plagas, granizo, heladas…

Antes de la siguiente brotación (invierno-primavera), si efectivamente han desarrollado poco vigor, pero con la cepa más establecida, se podará el plantón a 2 yemas dejando sólo el pulgar más vigoroso vertical y cercano a la madera vieja. 



En cuanto se supere el periodo de heladas se seleccionará el brote más vigoroso y vertical atándolo adecuadamente al tutor. Durante el crecimiento se repasará reatando y guiando el brote que formará el tronco y se eliminarán todos los chupones o laterales que generan competencia y dificultan alcanzar la altura deseada de formación. Esto se realizará cuando el brote principal haya alcanzado unos 40 cm. (Winkler et al., 1974).

En el invierno o primavera siguientes se iniciará la siguiente fase de formación podando justo por encima de la altura deseada de formación respetando el último entrenudo para usarlo como zona de atado. Han de limpiarse las yemas del tronco para evitar que emitan chupones. Podría dejarse una arriba y otra abajo a modo de seguridad en caso de reformación.

Por las ventajas adicionales que presentan los tubos frente a los tutores, cables y cuerdas, son generalmente recomendables siempre y cuando no provoquen un calentamiento excesivo de la planta en el interior. Preferiblemente serán de color claro, con algo de ventilación, desmontables y cerca de la altura del tronco perseguida.


Fuente: 
Pérez Recio, G. (2009), "Operaciones manuales en viñedo". Servicio de Formación Agraria e Iniciativas. Junta de Castilla y León