La Cierna o floración es el
momento del ciclo vegetativo de la vid en que se abren las flores. La floración
se produce en primavera y es muy importante porque determina el volumen de la
cosecha. Tanto el frío como la lluvia pueden alterar el proceso de la
floración, que dura aproximadamente una semana. Después de la cierna, es
posible evaluar de manera estadística el número y el reparto de los racimos en
las vides, saber si la naturaleza se ha mostrado demasiado generosa o si su
repartición puede ser desfavorable para alcanzar una buena madurez. Si la
cantidad de racimos es excesiva, se procederá a un aclareo, operación que
requiere mucho cuidado y que consiste en retirar racimos antes de la maduración
(en verano), para que la cantidad y el reparto sean compatibles con el nivel de
maduración deseado. Los viticultores acostumbran a contar 100 días desde la
floración hasta la vendimia.
INFLORESCENCIA Y LA FLOR
Las flores se agrupan
en inflorescencias. El zarcillo es una inflorescencia estéril (sin flores) que
usa la vid para trepar ya que es una liana.
Las inflorescencias y
zarcillos se disponen sobre los nudos en el lado opuesto al punto de inserción
de las hojas; pero no todos los nudos llevan zarcillo o inflorescencia.
Generalmente, las vides cultivadas tienen de una a tres inflorescencias por
pámpano; la media es de dos inflorescencias. En los tres o cuatro primeros
nudos del pámpano no existen ni inflorescencias ni zarcillos, después aparecen
dos nudos consecutivos con inflorescencias; a continuación, otro nudo sin nada,
otros dos nudos consecutivos con zarcillos, otro sin nada y así sucesivamente
hasta el final del pámpano.
La flor es pentámera,
es decir tiene cinco piezas en cada verticilo: cáliz, formado por cinco sépalos
soldados e inapreciables; corola, compuesta por cinco pétalos soldados y
formando un capuchón; androceo, órgano masculino formado por cinco estambres;
gineceo, órgano femenino, formado por dos carpelos soldados y con dos óvulos en
cada carpelo.
La floración comienza
por la apertura de la corola por su base, liberándose los 5 pétalos que quedan
unidos por su extremidad (caliptra o capuchón) y son proyectados por la
distensión de los filamentos estaminales, liberando las anteras, el estilo y el
estigma.
La antesis, por lo
general, empieza por la zona media de la inflorescencia, luego la base y, por
último, la extremidad. Se considera plena floración cuando han liberado la
caliptra el 75% y final de floración cuando todas las flores han abierto o
están en vías de cuajado.
Cleistogamia: en algún
caso, se produce la polinización y fecundación del ovario sin que se haya
producido la apertura de la flor.
La floración puede
escalonar durante 15 días y está favorecida por temperaturas de 20-25ºC y
tiempo seco. El tiempo fresco y lluvioso puede dificultar la dehiscencia de los
capuchones.
CICLO REPRODUCTOR
El ciclo reproductor
requiere el concurso de dos años consecutivos; en el primero, se lleva a cabo
la iniciación floral en las yemas y, en el segundo, cuando se desarrollan esas
yemas, ocurre la floración y la transformación en fruto. Es decir, los racimos
que se vendimian un año han sido iniciados a flor en el año anterior, en el
interior de las yemas.
Después de la floración se produce la fecundación y, como consecuencia, la transformación
de la flor en fruto, lo que se denomina cuajado. Cuando el número de flores que
se transforman en fruto es anormalmente pequeño se dice que el cuajado ha sido
malo o que ha habido “corrimiento”.
CORRIMIENTO / MILLERANDAGE
El
corrimiento es producido en la fase de crecimiento y origina
una mala fecundación de los racimos, favoreciendo la falta de desarrollo y
hasta la caída de algunas bayas. Las uvas pequeñas (menores de 4 mm) reciben
popularmente el nombre de granillas, granillones o uvas hueverinas. Las causas
pueden ser constitucionales, patológicas, por problemas en la polinización y
fecundación o razones fisiológicas provocadas por la irregular distribución de
los glúcidos y azúcares, o incluso por la carencia de ciertos oligoelementeos
(hierro, boro). Cuando este fenómeno se acentúa por las malas condiciones
climáticas (frío, lluvia, exceso de agua en el suelo), puede provocar la
pérdida de la cosecha. Sin duda las malas condiciones para la fotosíntesis
(poca iluminación, temperaturas bajas) favorecen el corrimiento. Pero también esta
demostrado que las plantas conducidas con mucho vigor, en poda corta, o los
patrones vigorosos ayudan a esta alteración. Además, algunas variedades
(merlot, garnacha) y ciertos portainjertos son proclives al corrimiento. El
corrimiento o millerandage, a menudo se utiliza esta palabra francesa, puede
considerarse como una limitación natural del rendimiento. Pero cuando su
presencia es excesiva puede llegar a comprometer gravemente la producción de
todo un viñedo y generar pérdidas en la cosecha de más de un 50 %. Precisamente
para evitar el corrimiento se fueron eligiendo las vides hermafroditas en el
viñedo primitivo, de forma que se eliminaron las dioicas: los machos porque
eran infértiles y las hembras porque presentaban este problema de fecundación irregular.
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