La bodega
Vergenoegd, cerca de Ciudad del Cabo, pastorea a diario 900 patos en sus
viñedos para que se coman las plagas que dañan las vides.
Patos yendo a trabajar en la bodega Vergenoegd, región vinícola de Stellenbosch, Sudáfrica |
Stellenbosch, quizá la región vinícola
más famosa de Sudáfrica, se encuentra a sólo 40 kilómetros al este de Ciudad
del Cabo. La primera
parada en la ruta del vino de Stellenbosch es la histórica bodega de 320 años
de antigüedad Vergenoegd. Es una de las fincas más antiguas de Stellenbosch,
cultivando solamente variedades de uva tinta. La mayor celebridad de
Vergenoegd, sin embargo, son los 900 patos de la raza corredor indio que tienen
a su cargo el control de plagas en los viñedos.
Cada mañana a las 9:45h., los patos son
conducidos desde sus jaulas hasta los viñedos para buscar caracoles e insectos
no deseados. Esta práctica ayuda a mantener al mínimo el uso de plaguicidas y
productos químicos en la viña y aparentemente proporciona cosechas de mejor
calidad. Además, los excrementos de los patos se utilizan como fertilizante
natural.
Denzel, el cuidador de patos residente de la bodega Vergenoegd |
La idea de emplear patos en agricultura
sostenible procede de John Faure, el propietario de la bodega antes de que
fuera comprada por el holding industrial alemán Livia Group en 2015. Faure,
cuya familia gestionó la finca durante seis generaciones a lo largo del siglo
XVIII y XIX, tenía debilidad por los ayudantes de plumas y los trajo desde Asia
hace unos 30 años.
Al principio, intentó utilizar patos
domésticos locales para limpiar su huerto de insectos y caracoles. Sin embargo,
con el tiempo descubrió una raza más adecuada: los patos corredor indio, que se
han usado durante
siglos en Asia para mantener a los insectos fuera de los campos de
arroz. Los patos corredor indio no se balancean, ni se tumban, ni vuelan y ni
siquiera hacen nidos; en cambio, se ponen de pie y «corren» erguidos como los
pingüinos e incluso ponen sus huevos conforme van andando.
Bodega Vergenoegd con los patos corredor indio desfilando delante de ella, región vinícola de Stellenbosch, Sudáfrica |
El «desfile de los patos», la marcha diaria del grupo
hacia la viña por la mañana y su regreso al comienzo de la tarde, es la
principal atracción del viñedo, incluso con incorporaciones recientes, como los
picnics artesanos y las sesiones de cata de vinos, aceite de oliva y mezclas de
té y de café. Las aves también aparecen en las etiquetas de los vinos. Por otra
parte, ninguno de ellos es para consumo, incluso cuando el restaurante de la
bodega ofrece especialidades gourmet de pato.
Los patos son exclusivamente mano de
obra de la finca: tienen sus propias jaulas, guardería para los polluelos,
«tiempo libre» sobre el césped y en el embalse de la finca, y un criador de
patos residente que los cuida. El equipo de Vergenoegd compartió recientemente en su página
web que la alimentación, la vivienda y el cuidado de los 900 a 1.100
patos, dependiendo de la época del año, les cuesta alrededor de 250.000 rands
sudafricanos, o aproximadamente 14.700 euros al año.
Los patos de la bodega Vergenoegd en su paseo matutino |
La pasión de Vergenoegd por las aves también inspiró un
proyecto medioambiental de tres años llamado Proyecto Hábitat de Aves
Acuáticas, con el que la bodega comparte su experiencia sobre cómo los
propietarios de fincas pueden rehabilitar sus aguas para atraer a más aves
autóctonas y migratorias, así como mejorar la biodiversidad global y la calidad
del agua de la región.
Por tanto, los amantes de los animales tienen otro motivo para
alegrarse. Aunque el pato marida bien con el vino tinto, los viticultores han
encontrado otra forma de mejorar el sabor del vino, manteniendo a los amigos
emplumados sanos, felices y ocupados en el trabajo.
Picnic artesano para dos bajo robles y jacarandas en la bodega Vergenoegd |
Fuente: Eatglobe
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